¿ hay otra visión del mundo ?

¿Tenemos, cada uno de nosotros, una visión del mundo? Creemos que sí, aunque sea rudimentaria o no muy elaborada. La visión del mundo como disposición, como predisposición, como estado anterior a cualquier percepción a recibir.

Es, simplemente, nuestra forma de ver las cosas. Aunque quizá sea extremo llamar "visión del mundo" a este condicionante básico de toda persona, hay al menos una "impresión" del mundo que está en el fondo de toda nuestra percepción, en nuestras relaciones, en nuestros sentimientos y que afecta a como entendemos y orientamos nuestra vida, como concebimos la educación, la política etc.

visión del mundo y libertad

Esta visión del mundo es recibida desde la infancia a través de nuestro medio, de nuestra sociedad y de la familia, que están impregnadas de esta visión. De esta forma, nuestra libertad está restringida inicialmente por ella y cualquier avance en la conquista de esa libertad, debe pasar por derrumbar esas estructuras mentales recibidas para sustituirlas por otras construidas por la propia persona, basadas en el razonamiento y apoyadas en los sentimientos y siendo conscientes de su sustitución así como del contenido e implicaciones de estas nuevas estructuras adquiridas.

La visión del mundo -personal- no coincide, total ni necesariamente, con el "paradigma" (ver abajo) imperante. En este sentido, la visión del mundo es un reducto de libertad. En la era de las comunicaciones, la visión del mundo personal, no va ya necesariamente a remolque del paradigma vigente. Un cambio de la visión del mundo a nivel personal no solo es posible, sino que es ya una realidad imparable. Una visión del mundo personal y coherente es aquella que es capaz de resumir los sentimientos más íntimos de la persona a través de una percepción del mundo que le rodea que esté en armonía con esos sentimientos. Esta visión del mundo permite "fluir" o expresar los sentimientos más profundos de la persona sin la frustración del choque permanente con el exterior y desarrollar sentimientos nuevos una vez que la lucha con los propios ya no consume su energía. Una visión del mundo coherente permite crecer en armonía.

la nueva visión del mundo y sus consecuencias

La revolución que supone el cambio de conceptos -introducido en gran parte por la investigación científica- es tan profunda que lleva aparejado un cambio de visión del mundo. Si bien esta es una visión del "mundo exterior”, supone un cambio de su propia “situación” en el mundo (dada la característica de “hombre que conoce”) y por tanto un cambio en la visión de sí mismo y consecuentemente de su relación con los demás.

otras consecuencias :

En 1927, Heisenberg establece que si el observador determina la posición espacio-temporal de una partícula , indeterminará su movimiento y si se mide la onda determinando su velocidad, no podrá precisar su posición como partícula (relaciones de indeterminación de Heisenberg o principio de incertidumbre). Este principio implica la imposibilidad de separación entre sujeto y objeto. Las repercusiones en la lógica son evidentes.

Así el concepto de “verdad” única y universal, válida para todos y en todo momento, no tiene cabida. Sólo podemos hablar de lo verosímil, de nuestra aproximación actual a la realidad. De esta forma los dogmatismos y su imposición también pierden fuerza a la luz de una visión del mundo nueva. La cultura del respeto a la diferencia crece.

El espacio y el tiempo son magnitudes relacionales, están relacionadas a objetos y no son independientes de estos ni el uno del otro. El espacio y el tiempo son “locales”, son propios de la “identidad” de cada objeto. A su vez, el espacio y el tiempo de un objeto es la forma como este está relacionado con su mundo. El objeto es espacio y es tiempo, pero no lo es de forma externa. El objeto genera su espacio y su tiempo.

la visión del mundo: el paradigma

El paradigma es la visión del mundo en una cultura y una época determinadas. El paradigma mecanicista o cartesiano (influido por la ciencia y acción analítica, tendente a "desarmar" al infinito todo lo que estudia pero incapaz de sintetizar o interconectar los fenómenos) está siendo sustituido por una visión del mundo nueva. Este es siempre un proceso lento que puede durar decenas y hasta cientos de años en los cuales el nuevo paradigma se va imponiendo poco a poco.

El fin del viejo paradigma comienza con la teoría de la relatividad de Einstein, con un espacio-tiempo dependientes de un “escenario” con valor local, no absoluto, que lleva a su vez a la aparición geometrías no-euclidianas (de mas de dos dimensiones). Otro motor del cambio surge del campo de la investigación sub-atómica donde las leyes inmutables de la física se enfrentan a un escenario diferente que desafía los conceptos tradicionales, con la introducción de el principio de incertidumbre de Heisenberg (imposibilidad de determinar la posición y el movimiento de una partícula de forma simultánea). La lógica tradicional no siempre es suficiente (lógica polivalente), el principio de contradicción no siempre aplicable y la separación entre sujeto y objeto, tan preciada para el viejo paradigma, se vuelve insostenible.

La nueva visión del mundo, como consecuencia del cambio de nuestros conocimientos, cambia incluso el propio concepto de visión del mundo. La investigación subatómica viene a evidenciar la implicación del observador en lo observado. Esto significa reconocer, que nuestra visión del mundo ya no es la de un mundo oculto que la ciencia va poniendo en evidencia "ante" nuestros ojos, no es ya un universo "objetivo". Nuestra visión del mundo será siempre una "interpretación activa" del mundo, en la cual es fundamental no lo que "vemos" sino como "miramos" ese mundo.

la visión holográfica

Un holograma es una imagen tridimensional en la cual cada una de sus partes contiene información acerca de la totalidad de la imagen. La física moderna ha desarrollado un modelo según el cual todo el universo sería un holograma, porque cada uno de sus puntos contiene información acerca de la totalidad del universo. Como ejemplo del modelo holográfico se ha propuesto el cerebro humano, en el cual cada célula trabaja en función de si misma y sus necesidades, pero a su vez contiene un modelo e información acerca de la totalidad y es influida por la unidad de la cual forma parte.

El abandono del concepto de materia como algo “sólido”, como los “objetos separados” de nuestra experiencia diaria, y su sustitución por el concepto de energía es fundamental. La materia ha sido entendida como lo real, incluso como lo único real. Lo real era el sólido último, la última partícula divisible. Psicológicamente, supone algo inerte, una identidad estática, inalterable y delimitada en el espacio, no sujeta a cambio. De la combinación de esta materia o material que “compone” todo, se deriva todo lo que constituye nuestro entorno y nosotros mismos.

Dentro de esta lógica materialista, de objetos aislados y estancos, llegamos al conocimiento de los objetos por medio del análisis de los mismos. Esta concepción de las cosas lleva a la especialización permanente del conocimiento. Si usted visita a su médico este le hará radiografías para ver el interior de su sólido cuerpo, y le hará análisis para conocer la composición material de algunos fluidos buscando en ellos una anomalía material que explique cualquier enfermedad. Si consideramos los objetos y al propio hombre por el contrario, como sistemas energéticos, veremos un hombre entero, incluyendo su psicología y hasta su entorno.

A su vez, el concepto de objetos exteriores sólidos y aislados que deriva de la experiencia cotidiana, termina por enfrentarnos a un mundo “obstáculo”, lleno de objetos “ajenos” y separados a los cuales debemos vencer para alimentarnos y sobrevivir. Un universo hostil y fragmentado donde nuestros congéneres son competidores cuando no enemigos y donde incluso nuestro cuerpo es ajeno y no conforme a nuestros gustos.

En 1924 Luis de Broglie con su mecánica ondulatoria, asocia toda partícula con una onda. La materia será continua y discontinua (como la luz: fotones y ondas). Con Bohr y Heisenberg llega la mecánica cuántica que establece que la onda de una partícula no es más que una probabilidad de presencia de la misma. La materia puede considerarse como partícula o como onda, o mejor, la materia no es únicamente un corpúsculo, ni únicamente una onda. Y esto es así porque una partícula no es estrictamente una partícula, sino una onda, y una onda no es estrictamente una onda sino una partícula. Los átomos no son cosas, decía Heisenberg.

En la nueva visión del mundo, el mundo no es ajeno y hostil, está dentro nuestro, es parte de nosotros mismos. El mundo no está formado por cosas, sino por nosotros mismos: emociones y sentimientos hacia ellos que podemos cultivar. Los demás no son enemigos sino colaboradores necesarios, son nosotros mismos. El médico tiende a ver seres completos, donde no se estudia un órgano separado de la totalidad.